martes, 29 de septiembre de 2009

PEREGRINACIÓN JUVENIL A PIE A LUJÁN

Para más información visite el sitio: http://www.peregrinacionlujan.org.ar/

VIRGEN DE LUJÁN, RUEGA POR NOSOTROS

MENSAJE DEL SANTO PADRE PARA EL DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES 2009

OCTUBRE MISIONERO.09
Mensaje del Santo Padre para el Domingo Mundial de las Misiones 2009



En este domingo, dedicado a las misiones, me dirijo ante todo a vosotros, Hermanos en el ministerio episcopal y sacerdotal, y también a vosotros, hermanos y hermanas de todo el Pueblo de Dios, para exhortar a cada uno a reavivar en sí mismo la conciencia del mandato misionero de Cristo de hacer "discípulos a todos los pueblos" (Mt 28,19), siguiendo los pasos de san Pablo, el Apóstol de las Gentes."Las naciones caminarán en su luz" (Ap 21,24). Objetivo de la misión de la Iglesia es en efecto iluminar con la luz del Evangelio a todos los pueblos en su camino histórico hacia Dios, para que en Él tengan su realización plena y su cumplimiento. Debemos sentir el ansia y la pasión por iluminar a todos los pueblos, con la luz de Cristo, que brilla en el rostro de la Iglesia, para que todos se reúnan en la única familia humana, bajo la paternidad amorosa de Dios.
Es en esta perspectiva que los discípulos de Cristo dispersos por todo el mundo trabajan, se esfuerzan, gimen bajo el peso de los sufrimientos y donan la vida. Reafirmo con fuerza lo que ha sido varias veces dicho por mis venerados Predecesores: la Igle-sia no actúa para extender su poder o afirmar su dominio, sino para llevar a todos a Cristo, salvación del mundo. Nosotros no pedimos sino el ponernos al servicio de la humanidad, especialmente de aquella más sufriente y marginada, porque creemos que "el esfuerzo orientado al anuncio del Evangelio a los hombres de nuestro tiempo... es sin duda alguna un servicio que se presenta a la comunidad cristiana e incluso a toda la humanidad" (Evangelii nuntiandi, 1), la cual "está conociendo grandes conquistas, pero parece haber perdido el sentido de las realidades últimas y de la misma existencia" (Redemptoris missio, 2).

1. Todos los Pueblos llamados a la salvación
La humanidad entera, tiene la vocación radical de regresar a su fuente, que es Dios, el único en quien encontrará su realización final mediante la restauración de todas las cosas en Cristo. La dispersión, la multiplicidad, el conflicto, la enemistad serán repacificadas y reconciliadas mediante la sangre de la Cruz, y reconducidas a la unidad.
El nuevo inicio ya comenzó con la resurrección y exaltación de Cristo, que atrae a sí a todas las cosas, las renueva, las hace partícipes del eterno gozo de Dios. El futuro de la nueva creación brilla ya en nuestro mundo y enciende, aunque en medio de contradicciones y sufrimientos, la esperanza de una vida nueva. La misión de la Iglesia es la de "contagiar" de esperanza a todos los pueblos. Para esto Cristo llama, justifica, santifica y envía a sus discípulos a anunciar el Reino de Dios, para que todas las naciones lleguen a ser Pueblo de Dios. Es sólo al interno de dicha misión que se comprende y autentifica el verdadero camino histórico de la humanidad. La misión universal debe convertirse en una constante fundamental de la vida de la Iglesia. Anunciar el Evangelio debe ser para nosotros, como lo fue para el apóstol Pablo, un compromiso impostergable y primario.

2. Iglesia peregrina
La Iglesia universal, sin confines y sin fronteras, se siente responsable del anuncio del Evangelio frente a pueblos enteros (cf. Evangelii nuntiandi, 53). Ella, germen de esperanza por vocación, debe continuar el servicio de Cristo al mundo. Su misión y su servicio no son a la medida de las necesidades materiales o incluso espirituales que se agotan en el cuadro de la existencia temporal, sino de una salvación trascendente, que se actúa en el Reino de Dios (cf. Evangelii nuntiandi, 27). Este Reino, aun siendo en su plenitud escatológico y no de este mundo (cf. Jn 18,36), es también en este mundo y en su historia fuerza de justicia, de paz, de verdadera libertad y de respeto de la dignidad de cada hombre. La Iglesia busca transformar el mundo con la proclamación del Evangelio del amor, "que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar... y así llevar la luz de Dios al mundo" (Deus caritas est, 39). Es a esta misión y servicio que, con este Mensaje, llamó a participar a todos los miembros e instituciones de la Iglesia.

3. Missio ad gentes
De este modo, la misión de la Iglesia es la de llamar a todos los pueblos a la salvación operada por Dios a través de su Hijo encarnado. Es necesario por lo tanto renovar el compromiso de anunciar el Evangelio, que es fermento de libertad y de progreso, de fraternidad, de unidad y de paz (cf. Ad gentes, 8). Deseo "confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia" (Evangelii nuntiandi, 14), tarea y misión que los amplios y profundos cambios de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Está en cuestión la salvación eterna de las personas, el fin y la realización misma de la historia humana y del universo. Anima-dos e inspirados por el Apóstol de las gentes, debemos ser conscientes de que Dios tiene un pueblo numeroso en todas las ciudades recorridas también por los apóstoles de hoy (cf. Hch 18,10). En efecto "la promesa es para todos aquellos que son lejanos, para cuantos llamará el Señor nuestro Dios" (Hch 2,39).
La Iglesia entera debe comprometerse en la missio ad gentes, hasta que la soberanía salvadora de Cristo no se realice plenamente: "Al presente no vemos que todas las cosas estén sometidas a Él" (Hb 2,8).

4. Llamados a evangelizar también mediante el martirio
En esta Jornada dedicada a las misiones, recuerdo en la oración a quienes han hecho de su vida una exclusiva consagración al trabajo de evangelización. Una mención particular es para aquellas Iglesias locales, y para aquellos misioneros y misioneras que se encuentran testimoniando y difundiendo el Reino de Dios en situaciones de persecución, con formas de opresión que van desde la discriminación social hasta la cárcel, la tortura y la muerte. No son pocos quienes actualmente son llevados a la muerte por causa de su "Nombre". Es aún de una actualidad tremenda lo que escribía mi venerado Predecesor, el Papa Juan Pablo II: "La memoria jubilar nos ha abierto un panorama sorprendente, mostrándonos nuestro tiempo particularmente rico en testigos que, de una manera u otra, han sabido vivir el Evangelio en situaciones de hostilidad y persecución, a menudo hasta dar su propia sangre como prueba suprema" (Novo millennio ineunte, 41).
La participación a la misión de Cristo, en efecto, marca también la vida de los anunciadores del Evangelio, para quienes está reservado el mismo destino de su Maestro. "Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros" (Jn 15,20). La Iglesia sigue el mismo camino y sufre la misma suerte de Cristo, porque no actúa según una lógica humana o contando con las razones de la fuerza, sino siguiendo la vía de la Cruz y haciéndose, en obediencia filial al Padre, testigo y compañera de viaje de esta humanidad.
A las Iglesias antiguas como a las de reciente fundación les recuerdo que han sido colocadas por el Señor como sal de la tierra y luz del mundo, llamadas a difundir a Cristo, Luz de las gentes, hasta los extremos confines de la tierra. La missio ad gentes debe constituir la prioridad de sus planes pastorales.
A las Obras Misionales Pontificias dirijo mi agradecimiento y mi aliento por el indispensable trabajo de animación, formación misionera y ayuda económica que aseguran a las jóvenes Iglesias. A través de estas Instituciones pontificias se realiza en modo admirable la comunión entre las Iglesias, con el intercambio de dones, en la solicitud mutua y en la común proyección misionera.

5. Conclusión
El empuje misionero ha sido siempre signo de vitalidad de nuestras Iglesias (cf. Redemptionis missio, 2). Es necesario, sin embargo, reafirmar que la evangelización es obra del Es-píritu y que incluso antes de ser acción es testimonio e irradiación de la luz de Cristo (cf. Redemptionis missio, 26) por parte de la Iglesia local, que envía sus misioneros y misioneras para ir más allá de sus fronteras. Pido por lo tanto a todos los católicos que recen al Espíritu Santo para que aumente en la Iglesia la pasión por la misión de difundir el Reino de Dios, y que sostengan a los misioneros, las misioneras y las comunidades cristianas comprometidas en primera línea en esta misión, a veces en ambientes hostiles de persecución.
Al mismo tiempo invito a todos a dar un signo creíble de comunión entre las Iglesias, con una ayuda económica, especialmente en la fase de crisis que está atravesando la humanidad, para colocar a las Iglesias locales en condición de iluminar a las gentes con el Evangelio de la caridad.
Nos guíe en nuestra acción misionera la Virgen María, estrella de la Nueva Evangelización, que ha dado al mundo al Cristo, puesto como luz de las gentes, para que lleve la salvación "hasta los extremos de la tierra" (Hch 13,47).A todos mi Bendición.

Vaticano, 29 de junio de 2009Benedictus PP. XVI

domingo, 27 de septiembre de 2009


Cuidar de todas estas especies en peligro de extinción es un deber y obligación de todos, y sobre todo del estado mediante la sanción de leyes que protejan a todos ellos. Pero al ser humano, ¿quién lo protege desde el comienzo de su existencia hasta el finalizar naturalmente la misma?.Tras despenalizar el consumo privado de drogas, la Corte Suprema va por el aborto.La jueza Carmen Argibay pidió abrir el debate para promover un cambio en la legislación en torno a la interrupción del embarazo y "criminalizó" la postura provida. Opinó que "el aborto es algo que ocurre, que es parte de nuestra naturaleza humana"...Ya despenalizaron el consumo de drogas, ahora van por el aborto.
Por eso te invitamos a SUMARTE a esta campaña, a defender nuestra especie, especialmente al niño por nacer y a su mamá.

¿Cómo?
Ingresando a la página web : http://www.defendetuespecie.com.ar/dejando tu comentario e invitando a otros a hacerlo
y sobre todo participando de la gran marcha del 28 de setiembre en la plaza San Martín
"Una Luz para Salvar Muchas Vidas IV"
lunes 28/09 - 19.00 hs Explanada de la Catedral.
SUMATE,
Necesitamos de vos para defender la Vida, para promover a la Familia, y sobre todo concientizar a todos que TODA VIDA VALE LA PENA

sábado, 19 de septiembre de 2009

BENEDICTO XVI PIDE A LOS JÓVENES NO TENER MIEDO DE ABRAZAR LA CRUZ

Queridos hermanos y hermanas: (audiencia del día Miércoles 16 de septiembre)

Benedicto XVI pide a los jóvenes no tener miedo de abrazar la Cruz
CIUDAD DEL VATICANO, Miércoles 16 de septiembre de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI alentó a los jóvenes a no tener miedo de abrazar la Cruz, este Miércoles, en la semana en la que ha comenzado la peregrinación por España de la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud, en preparación del encuentro de Madrid.
Al final de la audiencia general, el Pontífice recordó que este Martes la Iglesia hizo memoria de la Virgen de los Dolores, "que con fe se detuvo ante la cruz de Jesús".
"Queridos jóvenes --dijo el Papa a los chicos y chicas presentes en el Aula Pablo VI--, no tengáis miedo de permanecer también vosotros como María junto a la Cruz para encontrar la valentía para superar todo obstáculo en vuestra existencia".
Unos cinco mil jóvenes acogieron el 14 de septiembre en la catedral de la Almudena de Madrid, junto al cardenal Antonio María Rouco Varela, pastor de esa ciudad, la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Madrid la tercera semana de agosto de 2011.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

SOBRE LA NECESIDAD DE ACUDIR A LA STMA VIRGEN MARIA:SAN BERNARDO

SAN BERNARDO DECÍA:
...sobre la necesidad de acudir a la Stma. Virgen:


-Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: invoca a María!.

Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a la estella, invoca a María!

Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa estrella: invoca a María!

Si ante el recuerdo desconsolador de tus muchos pecados y de la severidad de Dios, te sientes ir hacia el abismo del desaliento o de la desesperación, lánzale una mirada a la estrella, e invoca a la Madre de Dios.

En medio de tus peligros, de tus angustia, de tus dudas, piensa en María, invoca a María!

El pensar en Ella y el invocarla, sean dos cosas que no se parten nunca ni de tu corazón ni de tus labios. Y para estar más seguro de su protección no te olvides de imitar sus ejemplos. Siguiéndola no te pierdes en el camino!¡Implorándola no te desesperarás! ¡Pensando en Ella no te descarriarás!

Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir. Bajo su manto nada hay que temer.¡Bajo su guía no habrá cansancio, y con su favor llegarás felizmente al Puerto de la Patria Celestial!


Amén!!

domingo, 6 de septiembre de 2009

LAS LAICOS O SEGLARES DE LA IGLESIA

LO LEÍ, Y ME GUSTÓ MUCHO. ES MUY CLARO

Son los encargados de que el Reino de Dios se haga una realidad en los diversos campos que forman su vida, donde el sacerdote, el religioso, el obispo no puede llegar.

Los Laicos o Seglares de la Iglesia
¿Quiénes son los laicos, los seglares de la Iglesia?
Se oye tanto hablar de esa palabra que muchas veces nos perdemos en el vocabulario y no sabemos a quiénes se refieren cuando oímos expresiones como “Ha llegado la hora de los laicos”. “Los seglares deben colaborar con la Iglesia”.La respuesta podría ser muy fácil: Los laicos son todas las personas que pertenecen a la Iglesia católica, a través del Bautismo pero que no son obispos,sacerdotes o pertenecen a algún grupo de vida consagrada De esta forma, los laicos son todos los fieles que han sido bautizados dentro de la Iglesia.
Para ser más precisos, escuchemos lo que dice el Concilio Vaticano II en el documento Lumen Gentium, número 31 y que recoge el Catecismo de la Iglesia católica en el número 897: “Por laicos se entiende aquí a todos los cristianos, excepto los miembros del orden sagrado y del estado religioso reconocido en la Iglesia. Son, pues, los cristianos que están incorporados por el bautismo, que forman el Pueblo de Dios y que participan de las funciones de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey. Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo”.
Elemento muy importante para distinguir a los laicos es el de su bautismo. Por este sacramento, los laicos o fieles del pueblo de Dios se hacen acreedores al derecho de llamarse y de ser Hijos de Dios y participar de esa filiación divina. Pero también comparten la obligación de trabajar para que el mensaje de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres y en toda la tierra. Esta obligación es más apremiante cuando sólo por medio de ellos los demás hombres pueden oír el Evangelio y conocer a Cristo.
La acción que realizan los laicos dentro de la Iglesia no es indiferente. Su participación no es indiferente ni debe reducirse a la recepción de los sacramentos, antes bien, debe ser muy activa de forma que ayuden a que todas las realidades en las que ellos trabajan sean invadidas por el espíritu del evangelio. Por lo tanto, la familia, la profesión y el trabajo que desempeñan, sus actividades sociales, deportivas y de descanso, todo, absolutamente todo lo que conforma su vida, debe quedar informado por el espíritu del evangelio. En pocas palabras, los laicos son los encargados de que el Reino de Dios se haga una realidad en los diversos campos que forman su vida. Por lo tanto, ahí donde el sacerdote, el religioso, el obispo no puede llegar, ahí es donde el laico debe comprometerse para hacer llegar el mensaje de Cristo.
Juan Pablo II ha dicho de los laicos: “El Reino de Dios, presente en el mundo sin ser del mundo, ilumina el orden de la sociedad humana, mientras que las energías de la gracia lo penetran y vivifican. Así se perciben mejor las exigencias de una sociedad digna del hombre; se corrigen las desviaciones y se corrobora el ánimo para obrar el bien. A esta labor de animación evangélica están llamados, junto con todos los hombres de buena voluntad, todos los cristianos y de manera especial los laicos”. (Cfr. Centesimus annus, número 25).
El apostolado que deben llevar a cabo los laicos no se reduce solamente al testimonio de su vida, lo cual ya es una labor fundamental para construir el Reino de Dios en la sociedad. Deben ser “sanamente agresivos” con el fin de buscar todas aquellas oportunidades para hacer real en todos los ámbitos dela sociedad, el mensaje de Cristo. Esta iniciativa es un elemento normal de la vida de la Iglesia, como apuntaba el Papa Pío XII en su discurso del 20 de febrero de 1946 y que fue citado por Juan Pablo II en su documento Christifideles laici, número 9: “Los fieles laicos se encuentran en la línea más avanzada de la vida de la Iglesia; por ellos la Iglesia es el principio vital de la sociedad. Por tanto ellos, especialmente, deben tener conciencia, cada vez más clara, no sólo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser la Iglesia; es decir, la comunidad de los fieles sobre la tierra bajo la guía del jefe común, el Papa, y de los obispos en comunión con él. Ellos son la Iglesia.”

Autor: Germán Sánchez Griese
Fuente: Catholic.net