jueves, 16 de abril de 2009

LA SANTIDAD ES AMOR

Piensa en amar y en hacerlo todo con amor y por amor, es decir, en convertir todas tus obras en amor. Trabaja con amor y ofrécelo todo con amor.La santidad es amor. Por eso, si vas a una casa o a una Comunidad religiosa y quieres saber quién es el más santo, observa quién es el que más ama. No es el que mejor habla de Dios o de las cosas espirituales. No es el que trabaja más por el Señor ni desempeña los cargos más importantes. Ni siquiera el que más horas está retirado de los otros en supuesta oración. Observa al que hace las cosas que más cuestan, al que está más pronto para hacer cualquier sacrificio para servir a los demás, al que hace las cosas que los otros no quieren, al que está más con los enfermos o aguanta mejor a los de carácter violento.
Si en estos casos, no lo ves murmurar y lo ves alegre y contento. Si hace el bien calladamente y sufre en paz y con paciencia, tratando siempre de sonreír y hacer felices a los demás. Si sufre con amor sus propios sufrimientos o debilidades... ahí está el santo.
Santo es el que ama a Dios y se abandona a sus planes y le puede decir en cada momento: “Señor, soy tuyo, aquí estoy para hacer tu voluntad”.Hacer la voluntad de Dios en cada instante, sonreír y hacer felices a los demás, son algunas de las pistas que te llevarán a reconocer al que es verdaderamente santo, porque la santidad se mide por el amor. Cuanto más amas de verdad, más santo serás. Así que no olvides que el amor es santidad y la santidad es amor. Ahora bien, para amar hay que orar y comunicarse con la fuente del amor, que es Dios.
P.Angel Peña

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