jueves, 16 de abril de 2009

TODO POR AMOR

Estamos diciendo que toda nuestra vida debe ser un acto de amor a Dios. Todo debemos hacerlo por Él y para Él. Desde que nos despertamos por la mañana, podemos decirle: "Buenos días, Señor". Y lo mismo al acostarnos. Y así podemos ofrecerle cada cosa importante que hacemos durante el día, sea estudiar, cocinar, caminar, trabajar, comer... Lo dice San Pablo: "Ya comáis, ya bebáis, ya hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios" (1 Co 10,31). ¡Es tan fácil decir a cada momento: "Por Ti, Señor, por tu amor"!Dios no necesita tus obras, sólo quiere tu amor. Por eso, ofrécele cada día, al despertar, el nuevo amanecer; ofrécele la noche, al ir a descansar. Que todo, aunque sea pequeño, sea hecho con amor. No pienses que tu vida es inútil, porque tú no puedes hacer grandes cosas. No creas que Dios no te quiere, porque no eres una persona importante. Procura hacer las cosas más ordinarias de la manera más extraordinaria, es decir, amando extraordinariamente; entonces, verás la diferencia y tus caminos estarán llenos de flores de amor, que los ángeles ofrecerán con alegría a tu padre Dios.
Hazlo pues, todo con amor y por amor, para darle un valor sobrenatural. Un santo decía que las obras sin intención sobrenatural son como un cuerpo sin alma y, por eso, hay mucha gente, que hace muchas cosas buenas cada día, pero no le sirven para su crecimiento espiritual, pues las hacen por obligación o porque no hay más remedio, pero no las hacen por amor a Dios y a los demás.
Veamos ahora la diferencia de las obras que hacemos según su intención: Un periodista, se fue un día a visitar unas canteras de piedra, de donde sacaban sillares para construir una catedral. Y le preguntó a un obrero:- ¿Qué hace Ud.?- Estoy sudando la gota gorda, aburrido y cansado, esperando que llegue la hora para irme a mi casa a descansar.Otro respondió: Estoy ganándome el pan para mi familia.Pero el tercero respondió: Estoy construyendo una catedral. Como vemos, uno trabajaba sin ganas, lo menos posible, por obligación. Otro lo hacía por ganar un sueldo y alimentar a su familia. Pero el tercero, tenía un ideal superior; porque, además de ganar el pan para su familia, trabajaba por amor a Dios, porque estaba colaborando en la construcción de una catedral para gloria de Dios.
Otro ejemplo. Un periodista va a un restaurante y pregunta a un comensal:- ¿Qué está haciendo?- Estoy comiendo, porque me gusta comer bien.Otro responde: Estoy comiendo, porque tengo hambre y quiero seguir viviendo.Pero otro le dice: Estoy comiendo para vivir y por amor a Dios, a quien le agradezco y le ofrezco cada día mi comida. ¿Alguna vez te acuerdas de rezar antes de las comidas y ofrecerle lo que te da y de darle gracias?
Otro ejemplo. Una niña ve un día a unos turistas, que están admirando la catedral de la ciudad y se deshacen en elogios ante la belleza tan majestuosa de aquella moderna catedral. Y la niñita les dice:- Yo he construido esta catedral.- ¿Tú? ¿Cómo?- Porque, cuando la estaban construyendo, yo le traía todos los días la comida a mi papá.Quizás otros niños también le llevaban la comida a sus papás y lo hacían por obligación, a regañadientes, y de mala gana. Otros quizás lo hacían por amor a su papá, simplemente. Pero esta niña lo hacía, no sólo porque amaba a su papá, sino también, porque amaba a Dios y se sentía colaboradora en la construcción de aquella catedral, que sería para gloria de Dios.De la misma manera, podríamos preguntarle a cada ser humano: Tú ¿por qué vives? ¿Por qué comes? ¿Por qué duermes? ¿Por qué trabajas o estudias? ¿Solamente, porque te gusta? ¿Por obligación? ¿O por amor a Dios y para gloria de Dios? Asimismo se podría preguntar a algunos religiosos: Tú ¿Por qué oras o vas a misa? ¿Por obligación? ¿O porque te gusta? ¿O por amor a Dios?
Ofrezcamos a nuestro Padre Dios todo lo que hacemos y todo lo que somos y tenemos, y digámosle muchas veces para hacer de nuestra vida una continua oración o un acto continuo de amor, lo que Jesús le pedía a la Venerable Consolata Betrone: "Jesús, María, os amo, salvad almas" o simplemente: "Jesús, yo te amo, yo confío en Ti". Vive el presente con amor y dile a Jesús con cada respiración y cada latido de tu corazón: "Jesús, yo te amo".
P.Angel Peña

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